-Búscate otro perro- me dicen cuando se enteran de que mi perrita Winnie ha muerto después de 16 años.
¿A alguien se le ocurriría intentar hacer un nuevo amigo, corriendo y a prisa, después de perder a un ser querido?. Ese es el mismo sentimiento que tengo ante los que creen que una ausencia se puede suplir por una presencia.
-Una superviviente- la llamaba Lorena (su veterinaria) porque nunca se rindió. Se negaba a irse incluso cuando se le paró el corazón un mediodía de octubre, mientras yo besaba sus orejitas de terciopelo .
Ella me enseñó mirar a los ojos para hablar sin mediar palabra. Ella me demostró que la vida hay que agotarla hasta el último segundo, apurarla sin miramientos: queriendo y demostrando que se quiere.
No me cabe la menor duda, a pesar de las muchas experiencias vividas, que tener un perro viejo en casa es conocer el auténtico y más profundo significado de la palabra ternura.
Ahora, me siento muy sola cuando como queso Parmesano.
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